viernes, 27 de febrero de 2009

AL DIABLO


Ya sé qué voy a hacer después de la tormenta

con esta ramera vieja que me agarra del cuello.

Voy a pintarte mandarinas en las manos

voy a morderte de chocolates esos labios

voy a depredarte enormemente hasta los huesos

hasta calar exhausta la memoria de tu carne.

Porque no hay peor pecado que no querer recibir

cuando la dulzura brota inocente de los dedos

porque no hay peor pecado que no dar

cuando las buganvilias han dibujado corazones

en la vastedad sublime de la piel.

Ya sé qué voy a hacer con la nostalgia,

la voy a poner de patitas en la calle
le voy a cerrar todas las puertas de mi casa

porque no hay lugar para la congoja

ni cama para los lamentos.

Me he desvelado demasiado

en noches en que debería haber dormido “a pata suelta”

y he maltratado mis pobres pies buscando

los caminos siempre equivocados.

Al diablo con los versos imposibles

con las azules flores que crecen entre cardos,

al diablo con la palabra perfecta

hablada en francés, en latín o en jerigonza,

me buscaré un muñeco inflable a la medida

o un trovador novato que me cante tonadas al oído

o un adonis que no hable demasiado,

aunque bien sé que voy a terminar huyendo

de los ojos que ingresan a mi alma

de las manos que abren mi pecho ya gastado

de los peces que inundan mi silencio.

Continuaré leyendo a Gonzalo Rojas

me beberé el café descafeinado

repetiré el verso de ¿Qué se ama cuando se ama?

“estoy condenada siempre a uno, a ese uno,

a ese único que me diste en el viejo paraíso”.

2 comentarios:

  1. Versos como balas,

    porque suenan lejanos.

    Y aunque prefiero los de puñal,

    estos duelen parecido.


    Estepas

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  2. N.B.

    El lobo nunca se fue.

    Se camufla con lo lejano.

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