domingo, 26 de abril de 2009

CUANDO LA CRUZ DEL SUR ERA MÍA


Dábamos brincos por la calle cuando los transeúntes pasaban sin mirarnos y éramos un par de borrachines alentados por la oscuridad de la noche.Neones se encendían y apagaban y nuestras manos buscaban en la ropa las monedas para un taxi.Santiago era una jungla entre librerías y bares, el Club de Jazz de Ñuñoa nos cerró la puerta en las narices, nos reímos, al cabo que ni queríamos. El Cabernet nos nubló la vista y ya no distinguíamos entre estrellas o luna. Me regalaste algo que se parecía a La Cruz del Sur, de tu Sur, me dijiste, luego sacaste de tu bolsillo una caja envuelta en papel rosado metálico, era un Carolina Herrera de 100 ml, nunca nadie me había hecho un regalo así, me encantó y lo guardé en mi carterita como un trofeo.El teatro del Puente del Parque Forestal ofrecía “La Cocinita”, compramos entradas, nos reímos a mandíbula batiente de los travestis que bailaban y se lucían al puro estilo “Drag Quinn”. La noche parecía un puñado de luciérnagas flotando entre los árboles ¿cómo estaría Concepción a esa misma hora? ¿cantarían mis grillos cafés a las 11 de la noche?. Los bares estaban abiertos, más cabernet, una tabla de quesos y salames, fuiste al baño, olvidaste tu billetera en la mesa, mi curiosidad pudo más que mi recato. No tenías 25, sino 30. No eras cáncer, sino aries y tu primer nombre no era Armando, sino Ramiro. Volviste y te terminaste la copa que habías empezado. Escribiste algo en la servilleta y sin que te dieras cuenta te hice un estudio grafológico “a vuelo de pájaro”: posesivo, egoísta, un tanto egocéntrico, celoso a rabiar, a veces narcisista (el horizontal de la T llegaba a las nubes). De pronto, comenzó a darme sueño y ya no quise más cabernet ni más quesos ni más salames, de pronto comencé a encontrar demasiados YO en su conversación, demasiados DEBES…, demasiados NO SON COMO YO.De más está decir que al día siguiente regresé a Concepción, que no contesté más llamadas venidas de Santiago, que no escribí más cartas en sobres azules, que devolví La Cruz del Sur, que me hastió el Carolina Herrera y regalé el botellón de 100 ml (después supe que valía 70 lucas). De más está decir que lo mejor de esos días fue “La Cocinita” y sus travestis.

3 comentarios:

  1. A pesar de todo hubo risas, grandes risas, risas por todos lados...

    y reir y reir y reir

    Abrazo

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  2. sube y baja el rubor,

    como el amor

    o el dolor

    una campanita de Gauss,

    lo normal que no existe

    y nos vamos quedando

    más o menos rodeados en ss extremos


    Letras compactas,

    como si también sintiesen el frío.

    Amén.

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  3. Interesante tu blog..
    te sigo y enlazo para poder leerte con mas frecuencia..

    un abrazo

    saludos fraternos

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